Cuentos Infantiles


Buby, el conejo
Buby es un conejito de algo más de un año de vida. Generalmente se lo suele ver brincando felizmente por las praderas verdes. Es tan, pero tan blanco, que parece estar hecho con copos de algodón.
Cierta mañana, el inquieto Buby saltaba de yuyo en yuyo, buscando pasar una alegre mañana. De repente, pudo escuchar a lo lejos una discusión entre gallinas, que le llamó la atención.
Lentamente y con precaución, se acercó al gallinero, para escuchar mejor acerca de la causa de tal pelea.
-          ¡Ya te dije que me parece una total locura! – gritaba Clota Cló, la jefa del gallinero- ¡Nosotras ponemos huevos de huevo! ¿¿¿¿Entienden????... HU – E – VOS.
-          Pero bueno Clota, ya sabemos que es extraño…. Pero…. – trataba de explicar Polleta Caruca, una de las gallinitas menores -  no sabemos qué ocurrió… como explicarte. Simplemente cacareamos, pusimos el huevo y…. ¡ERA DE CHOCOLATE!
-          Disculpame Polleta, pero yo tengo muchos años en el rubro y no me vas a venir con cuentos – dijo algo más calmada Clota -  Así que te ruego, a vos y a tus amigas, que piensen bien antes de volver a mentir acerca de esta situación. Les voy a dar unos minutos, para que se reúnan y vean que explicación me pueden dar acerca de esta barbaridad. ¿¿¿¿¡¡¡¡ DÓNDE VIERON HUEVOS DE CHOCOLATE USTEDES!!!!????.
Las pobres gallinitas se reunieron en un rincón del sucio gallinero y comenzaron a preguntarse que podría haber ocurrido. Ninguna de ellas sabía como sucedió, pero sus huevos… ERAN DE CHOCOLATE.
Luego de un rato de conversar y sin haber llegado a ninguna conclusión, Polleta no soportó más y se largó a llorar:
-          ¿Qué será de nosotras? Buuuuuaaaaaaaa….. ¡Nos van a vender a otro gallinero! Buuuaaaaaaa…..
Entonces Buby se sintió muy afligido por las gallinitas y se acercó prudentemente:
-          Buenos días señoritas. Mi nombre es Buby y sin querer he oído lo ocurrido. Si no les molesta, podría sugerirles un plan para solucionar  este problema.
-          ¿Y usted de dónde salió? – preguntó Polleta.
-          Ya le digo, andaba saltando por las inmediaciones y no pude evitar escuchar lo que hablaban entre ustedes. Pero creo poder solucionarles el problemín… si es que me permiten.
-          Bueno… ¡hable!  ¿¿¿¿qué podemos hacer????
-          Verán, yo tengo un primo en Suiza. Él  me cuenta que el chocolate es muy valorado allá.
-          Claro, pero en Suiza. Le recuerdo que estamos en Argentina y aquí, por lo visto, se valoran los huevos… ¡¡¡Y NO EL CHOCOLATE!!! – gritó Polleta.
-          Permítame continuar, mi primo casualmente viene el martes próximo, en un barco. En dos días, regresará a Suiza y yo me iré con él. Si ustedes pudieran escapar, las invito a viajar con nosotros para poder ofrecer sus huevos en Suiza.
-          ¿Escapar? Pero… ¡¿no se da usted cuenta del encierro en el que vivimos?!... ¡¡¡ESCAPAR!!!!!
-          Disculpe señorita…. Polleta, también sé cómo hacerlo. Si usted aprecia, mis dientes son largos y afilados, con un poquito de ayuda, podré limar el alambrado, hasta hacer un hueco para que puedan salir.
-          ¡Qué buena idea! – dijo Polleta al borde del llanto.
Inmediatamente, Buby comenzó a mordisquear el alambrado. Algunas gallinitas ayudaban desde adentro, y así, en un santiamén, rompieron el alambre.
Las gallinitas salieron de a una, con mucha precaución, ya que por allí merodeaba Clota Cló.
Una vez afuera del gallinero, caminaron durante horas, hasta llegar al puerto, donde desembarcaría el primo europeo.
Finalmente, habían emprendido la gran aventura.
Al llegar Oliver, el primo suizo, Buby le contó lo ocurrido. Sin dudarlo  regresaron todos a Suiza. Allí pusieron una empresa de huevos de chocolate decorados.
Cuentan que les fue tan bien con este emprendimiento, que cada domingo de Pascuas, Buby y Oliver salían a regalar huevos de chocolate a los hogares del mundo  a modo de agradecimiento,
Ah… casi me olvidaba. Clota Cló sigue pensando y pensando que puede haber ocurrido con sus gallinas… pero no le encuentra explicación.

Melina JAUREGUIZAHAR. 
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